Este es un claro ejemplo de cómo unos simples brillantitos pueden realzar un esmalte ya espectacular de por sí y dar un toque de glamour a una sencilla manicura. He utilizado el Cinnamon Sweet perteneciente a la colección de Gwen Stefani que os presenté en enero de este año.
En esta ocasión utilicé la base y el top coat de Infinite Shine que visteis en la entrada anterior. Mi intención era comprobar qué tal resultado daban con un esmalte que no fuera de la misma colección y lo cierto es que el experimento fue totalmente satisfactorio tanto en acabado como duración.
Una manicura clásica y elegante que contrasta enormemente con la que llevo en este momento y que veréis en la próxima entrada.
Gracias por leerme y hasta pronto.